Segunda zambullida en Almagua

Definitivamente, estoy infectada. El agua que hay dentro de mi piel, de mis células, de todo mi ser, sueña con integrarse con el agua que fluye a mi alrededor, y asomarme a ella a través del objetico de la cámara es lo más parecido a unificarme, en un proceso de mágica ósmosis, con esos micromundos que tanta vida parecen albergar en su interior. No olvidemos que el agua es un maravilloso conductor, y un increible medio de transmisión…

He pasado toda la tarde jugando a los exploradores. Jamás pensé que podría divertirme tanto, retarme a mí misma, complicar las cosas, simplificarlas, en definitiva, JUGAR, a estas alturas de la vida. Estoy disfrutando como una niña que chapotea en un charco tras la lluvia. Las fotografías del agua, ya sean grifos corrientes (en los dos sentidos de la palabra «corriente»), vasos comunes, copas transparentes, charcos del patio o la piscina de casa, son portales a otros mundos, lecciones de andar por casa para moverte entre diferentes realidades, placas de Petri donde se cultivan mensajes procedentes de una inteligencia incorpórea, y que tienen una interpretación única y personal para cada observador.

Las imágenes captadas llegan a ser fascinantes, y eso que no soy ninguna profesional de la fotografía, ni tengo la paciencia y dedicación de Furly… Pero me pregunto qué encontraríamos si buceáramos a más profundidad… Si en vez de cámara utilizásemos un microscopio electrónico. Sin duda, el acceso a un universo de arte y creación, de misterio y revelación, en el que cada un@ nosotr@s podría encontrar vislumbres, caminos y respuestas que sólo él o ella entendería, en perfecta sintonia comunicativa con el alma del agua.

Habrá quien piense que «perder el tiempo» en estas cosas es algo absurdo y sin sentido. Yo creo, más bien, que se trata de «ganar tiempo», incluso de salirse del tiempo y de los caminos trillados por los que se espera que vayamos como zombies. Así, yo percibo que esta «infección», en realidad, me inmuniza frente a la mediocridad, la anulación y la aquiescencia general, y me convierte en Resistencia.Quienes somos capaces de dedicar tiempo, ilusión y ensueños a la búsqueda de Nunca Jamás entre las nubes, las hierbecillas silvestres o las moléculas de hidrógeno y oxígeno, somos Resistencia a un nivel interno, celular, pero, a la vez, cósmico.

Como todavía no controlo muy bien la edición de este tipo de materiales, os pido, por favor, que me disculpéis por no saber subir las imágenes de hoy a modo de presentación, que sería más cómodo de visualizar. Mientras encuentro alguna alma caritativa experta en estos lances que me quiera enseñar, no me queda otra que hacerlo como en la entrada anterior, secuenciándolas de una en una. Espero que os gusten.

Y, sobre todo, espero que os digan algo, más allá de la pura estética. Porque se eso se trata, precisamente…